Leo el primer poema
y no hallo una muchacha
dispuesta a seducirme.
Leo el segundo poema
y no hallo un taxi que me lleve
hasta el Paseo del Bosque.
Leo el tercer poema
y no hallo una pistola
para apuntarle al autor a la cabeza.
De manera que cierro el libro
y me pongo a mirar por la ventana:
afuera, la poesía de la calle
escribe su espléndida página diurna.
¡Felicitaciones, Daniel!!!
ResponderBorrar