Besá el futuro, como se besa toda
posibilidad o la espera
de eso que los días traen y se llevan. A cada
tramo recorrido, acariciá ese
mañana posible para ver la manera
en que la hoja de papel cae los siete
pisos del edificio sobre el bar king sao. Y es sólo
ahora. Traslado
de nada hacia menos y al tiempo
la consistencia firme
de esa hoja cayendo, su peso
ante el hueco que cualquier
mañana presenta. Poca
cosa más allá, tus ojos
—y los míos—
necesariamente abiertos. No más.
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