No, no cortaré las flores que crecen, abruptas, salvajes, en las praderas insomnes de mi corazón.
Aunque me ofrezcan tijeras de todo tipo, y me enseñen a usarlas en las más reconocidas escuelas.
No las cortaré. Y si me echan me voy. Y si me obligan, huiré.
Sépanlo, no temo. Ya no.
No hay ningún conocimiento más valioso para mí que el que crece en mi corazón, que sea como quiera, flor o fuego, sátiro o diamante, océano o gaviota.
Es igual.
No cortaré las flores que crecen en mi obstinado, en mi rendido corazón.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario