miércoles, 5 de noviembre de 2025

Gabriela Agüero: el amor picaresco de un picaflor

El amor picaresco

salta como una pulga

pica las mejillas

la ingle

los muslos

la espalda.


El picaflor del emperador chino

pica las rejas de su jaula

el duro bronce inmutable brilla en la mañana,

así el amor,

pica los corazones más duros

que los convierten en coladores de carne

en cuyos agujeros diminutos se escapa la tarde

la ternura,

y la tibieza del vientre

mientras afuera…

los destellos de los gritos

y los colores de la pólvora nos llenan de afloradas desgracias humanas.


Pica la flor del pubis, la lengua del picaflor

y el amor juega a ser eterno

eterno ardor de no encontrarte en ningún rincón.


El imperio se corona de lamentos de gatos

lamento de amor de una ciudad apestada a hambre,

mira el niño la corona vistosa en la vidriera

vacío son los pies descalzos que solo saben de cemento caliente,

pica el olor a vainilla en su pequeña nariz

de tortas que un vendedor ofrece con cariz.

El amor revolotea entre el humo negro

el aire es espeso como el aceite verde que viaja por los ríos,

los ojos de la muchacha miran el cielo

las manos tajeadas

la caña azucarada,

los pechos desnudos…el campo quemado,

oscuros los pezones que miran como girasoles a su amado.


Pasea el picaflor por las plantaciones que imagina desde su ventana

mientras el cerezo se estira para recitarle los poemas

que las jóvenes lavanderas cantan en la montaña,


pica la caña caramelizada

de cuentos de una libertad

que sueña picando los barrotes de su jaula.




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