VI
El poema no tiene tema, no hay siquiera geografías discernibles; se presenta desnudo, transparente, y uno adivina en él, simplemente ve lo que el corazón siente. Ve como cada sentimiento muta en una serie progresiva de desbordes armoniosos. Implosionan hacia lo profundo. Todo se traduce en emoción que no decepciona. No quiero atentar contra cierta armonía que intuyo está de alguna forma presente aquí, sin embargo no alcanzo del todo a identificarla. Ahí la magia del instante poético. Es la imprecisión por sustancia. Acaso si intento escribir ese poema, moriría, se perdería en un pastiche de mal gusto: una caricatura. Aprisionarlo en función de un verbo, de un predicado, es vejarlo. La sensación eufórica que ella transmite, resulta demasiado expansiva como para contenerla a través de endecasílabos. Tampoco se adecuaría al verso blanco. Ninguna métrica haría justicia.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario