irán quedando pedazos de mí a lo largo de la tierra
en los lugares más íntimos y más públicos
de las ciudades del norte
y del sur
siempre es otoño
las finas capas de mis órganos caen
y luego crujen en el suelo
bajo el peso ligero de los transeúntes
en cada acto de amor estallo
como una granada
y después de la sobremesa
-una vez que ya hemos digerido la muerte-
me recolecto, metódica y mansa
pero estoy empezando a perder la paciencia
tengo un fuego y un miedo grande
por los años futuros:
cómo serán las próximas casas
los próximos almuerzos, sin lengua
o sin manos
cómo serán los próximos hombres y mujeres
que me desvistan
y qué pasará cuando quiera armarme
y no encuentre, por ejemplo, el corazón
No hay comentarios.:
Publicar un comentario