Es de madrugada,
la euforia no me deja dormir.
Es verdad que mi corazón
recordó esas fantasías
que tenía de adolescente:
la inquietud de trascender,
mis dedos callosos
de atar nudos.
Aquí están mis manos,
torpes y cálidas.
Aquí está mi cuerpo,
que ansía fuego.
Reconocí algo de eso
en vos, como si fuese
un espejo,
y por eso simulé
un témpano junto a la luna.
Por eso me dediqué
al trabajo intenso,
a la ternura, lejos tuyo.
Es de madrugada,
ya mucha gente descansa.
Disocio.
Mañana me espera otro
gran día,
sólo para arder.
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