Hemos perdido la cuenta de los días que pasaron
sólo puede haber fiestas ahora en la complicidad
de mirarse y entender
que resistimos otro año más
ubicamos en la mesa cada vez menos lugares
los cubiertos a la derecha
en tu lugar
las fuentes y su preparación
todavía podemos creer en resurrecciones, repetimos
no nos gustan los días de lluvia
pero deseamos que esa frescura pueda mojarlo todo
correr con los pies descalzos fuera
entre los charcos
como en tu infancia
detrás de los perros buscando algo
por si algo hubiera que alcanzar
en una vaquita de San Antonio que se posa
alguien presagia el diluvio
días encerrados en la vista de lo que fuiste
la única casa capaz de cobijarnos.
Una ciénaga corta el camino que lleva hasta la casa
van a necesitarse meses para que drene el agua
podría cambiar para siempre el paisaje que conocimos
¿veríamos en la catástrofe la esperanza de una laguna?
¿es así como el desastre termina por transformarnos?
ahora todo ha quedado dividido en dos lugares
la tierra y el cielo
incisiones en el cuerpo como horizontes
una flecha cruzando el aire o la carne
somos el ocaso que se hace cada vez más corto
un aguaribay tapa tan pronto con su follaje la luz de abril
el abuelo asegura que sus raíces crecen debajo de la casa
yo pienso en lo que se extiende dentro
otra raíz que avanza por los rincones de otra edificación
y estremece.
📚 "Así ha de ser la ausencia", 2023
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