De modo que soñé
con un hombre anciano
que siendo mi padre
no tenía su rostro.
Él y yo.
Yo y él.
frente al mar,
amenazados
por un muro de sal,
hermanados
por la misma incertidumbre,
temiendo morir bajo el peso
de aquel muro
Mi padre
sin su rostro
dictaminó la cruel sentencia:
moriremos aplastados.
Desperté
de este lado
en esta orilla
sin mi padre.
Luego
acaso muy tarde
lo supe
para vivir
para vivir
no queda más
que adentrarse
en las aguas.

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