Un hombre me mira.
Me abre la boca
y saca una niña
que hace equilibrio
sobre el cable de la luz.
Sonrío desde la lejanía
de una rayuela borroneada.
Ahora llevo mi cabeza
entre las manos
y la acaricio como a un bebé dormido
de fiebre.
Pero él me ha mirado unos segundos
y el tiempo explota en el medio de la calle.
De camino a casa
escupo abejas,
flores
que crecen entre yuyos.
Mil gracias siempre Dani querido, qué honor formar parte de tu blog. Abrazo inmenso.
ResponderBorraruuuuuuuuuuuuuuaaaaaaaaaauyuuuuuuuuuuuuuuuuu
ResponderBorrarMil gracias 😌
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