jueves, 30 de octubre de 2025

Daniel Freidemberg: OCTUBRE

Lluvia lenta y charcosa, hoy.

Dos autos rojos sobre el gris

y, por supuesto, taxis.

Hace un año, mi padre, su

gran cuerpo inocente en una clínica de extramuros,

me daba algo a saber. Soy

ese que pasa ante vidrio iluminado, ante

plástico blando, hierro pintado y mármol

como quien siente algo que llueve atrás: palabras

(“Oro”, una palabra: tres letras en papel fluorescente).

Ahora, arribado al fin a esta planicie del cosmos, puedo ver

algunas cosas: charcos,

hojas de paraíso en la luneta de un dodge,

dos “o” y una “r” fluorescentes, mármol, plástico y

cielo entre el agua, etcétera,

como quien dice “esto era todo”.

¿Esto era todo? Uno: ni azar ni error,

ni el cumplimiento del mandado de nadie. Dos:

saliva agolpada en la boca, tensión muscular.

Tres: manchas, rostros (¿igual que pétalos

en una rama húmeda?). Cuatro: esta ciudad

vulgar en la que vivo

es la misma en que amé y no creí ser amado. Cinco:

de la violenta madrugada, estas paredes

tienen fosforescencias como de mar, una

palabra me inquietaba, o dos. Seis:

lo que llamaba “el corazón”. Siete: la carne,

eso que está, no el alma, eso que al final

se retira y se aplana, terreno de nadie.



miércoles, 29 de octubre de 2025

Eugenia Cabral: PARA UNA ESTÉTICA DE LA VIOLENCIA

Odio las flores. Son como mujeres casadas.


El ocio de las flores. Su manera de abrirse a los labios de las abejas.


Mastico flores con furia. Les muerdo los cuellos tensos, los pezones de colores, las bocas fragantísimas. Les hundo la lengua hasta la raíz de la savia.


Diseco las flores. El odio a las flores. Mueren ahí, sin agua, en el jarrón. Algunas, después de muertas siguen perfumando.


Mastico el vocablo flores. Es trabajoso. Disléxico.


Mastico tus flores, las muerdo, las escupo, las beso, me relajo, me duermo, me muero; me estoy durmiendo, muriendo. Huelen a madre, esperanza, calabaza, ají, noche, seda, manos.


Las benditas. Las impuras.



martes, 28 de octubre de 2025

Franco Morini: SUEÑO

De modo que soñé

con un hombre anciano

que siendo mi padre

no tenía su rostro. 


Él y yo.

Yo y él.


frente al mar, 

amenazados

por un muro de sal,

hermanados

por la misma incertidumbre,

temiendo morir bajo el peso

de aquel muro


Mi padre

sin su rostro

dictaminó la cruel sentencia:

moriremos aplastados.


Desperté

de este lado

en esta orilla

sin mi padre. 


Luego

acaso muy tarde

lo supe


para vivir


para vivir

no queda más

que adentrarse

en las aguas.



domingo, 26 de octubre de 2025

Natalia Geringer: "cuando digo venga a nosotros tu reino"

Cuando digo venga

a nosotros tu reino,

como luz escapada entre dientes

es esta oración.

Ojos de naipes.

Desbaratados,

abruptos pozos

abiertos en el aire.


Cuando digo venga

a nosotros tu reino,

intento

con ganzúa

abrir el único ojo

de la aguja

que aguarda a los pobres.


Cuando digo venga

a nosotros tu reino,

soplo venturosa

sobre ramas secas.

Y enciendo un fuego

para entibiar primero

mi corazón.


📚 Del libro "Intempérica"



viernes, 24 de octubre de 2025

Leandro Calle: VOY A PLANTAR UN ÁRBOL

Voy a plantar un árbol

es probable que muera.

Yo quisiera no vagar entre los huesos

con el pan de la maldición entre los dientes.

Pero yo, voy a plantar un árbol.

Silencio en el silencio

pólvora y palabra.

Voy a plantar un árbol

para verlo crecer.

Es posible que lo derriben

que se seque

que muera sin dar frutos

pero yo, voy a plantar un árbol

voy a besar la tierra con las manos

y antes de que me castren la memoria

voy a cantar la errancia de la sed.

En tu corazón, voy a plantar un árbol

voy a insistir cada vez que lo arranquen.

Digo que voy a plantar un árbol, Palestina.

Quiero decir: la vida en medio de tus muertos.



Laura García del Castaño: LAVO LA SANGRE

“Antes un cubo de agua era más valioso que nuestros propios hijos" 

Tovognaze


Lavo la sangre de mi periodo en agua color café

Lavo la falla de mi nacimiento

Froto la censura del hombre

La mancha de la mutilación

La costura que es herida y amenaza

Ellos odian lo que no controlan.

No lo dejan ir. Yo lo dejo ir

Estrujo con fuerza mis bragas, como si torciera el cogote de un ave para el almuerzo

Como si exprimiera

la teta de una cabra famélica

El órgano entero de mi madre y de mis hijas

Lo dejo ir.

Lavo el musgo tibio de mi carne

La baba deslavada del universo

y ando así

Goteando sobre la sequedad intensa de mi pueblo

Me muevo lenta sobre los cultivos

para que nadie sienta el olor de

mi sangre desgajada y estéril

que a nadie alimenta

Hebra de madre muerta desmenuzada

no retenida

espesa fibra del baobabs

coágulo sin rostro

líquido terco, clandestino

pura arritmia del bosque

Mi cuerpo inundado

altera a mi padre avergüenza a mi hombre

Decepciona a los dioses

Sangro frente a mi esposo

Mientras estoy menstruando no puedo tocar sus remedios

ni sus amuletos, anulo su poder

Pero entonces apesto a mujer

No puedo evitarlo

Como el mandril

Esparzo el olor en dirección a mi obtuso rival

No puedo ser sumisa en esto

Sangro aunque me ordene que no lo haga

aún arrodillada ante él

Sangro y renazco

Anulo su poder

Lavo la sangre de mi periodo en agua color café

luego llevo el balde hasta la huerta

y riego

Espero que los brotes nazcan que mis hijas crezcan

que todo sea del color

de la tinta en que se impregna


📚 En "Mubarak" (2022)



jueves, 23 de octubre de 2025

Carlos J. Aldazábal: MOTIVOS

No es fácil perder tantas peleas,

remontar las tareas cotidianas,

decidirse a vivir con la náusea en la nuca.


Resucitar por día, por minuto,

reencarnado en helecho o en hormiga,

resucitar contrarreloj en la caída

para evitar morir de doble muerte.


No es posible aflojar: así es el juego,

esta sutil condena de continuar naciendo

                               a pesar de los otros.


Por eso es que persisto en mi disfraz de circo,

porque la risa y el amor son escaleras

que trepamos sin miedo mientras nos resbalamos.


Quiero decir:

tus ojos me han mirado,

y así vale la pena tanto esfuerzo.



miércoles, 22 de octubre de 2025

Susana Slednew: TAMBIÉN ANDO POR MI MADRE

también ando por mi madre

así llamada como yo

con igual fecha en los registros


somos dobles, pienso

y la puedo ver en este cuerpo

que ahora murmura por la casa

en esta forma de mirar las horas

este querer y no querer

que son dos ataduras que me llaman



otra ama igual que yo

otra es

la incansable elegía

que llora lo que me ha dolido


 

me instalo en su lugar

en el árbol genealógico: la reconozco

su voz es apenas esta boca abierta


en el rostro de mi madre

entre las rutinas de un hogar

que no es el mío


 

será por eso que voy de una casa en otra

por eso será que vivo en el poema

en su terreno urgente




martes, 21 de octubre de 2025

Alberto Muñoz: "ayer estuve en el Carrefour"

Ayer estuve en el Carrefour hablando con un espectro. Había vivido 

por años en situación de calle y la ola polar se lo había llevado. 

Caminaba por los pasillos del Gulag Carrefour guardándose en los 

bolsillos latas y chocolates.

De no haber sido un buen hombre no se hubiera ofrecido a guardarme 

en su bolsa la botellita de fernet, el queso y el pastrón. 

Conversábamos sobre política. 

El de seguridad del supermercado se aproximó a la góndola donde 

conversábamos comiendo turrones. 

Devolví el queso, el pastrón y el fernet. Me dejaron salir del Gulag; 

me perdonaron, tuvieron piedad de mí.

En la escalinata, con un frío mortal, me esperaba el espectro con 

dos panes robados. Hablemos de política. 



viernes, 17 de octubre de 2025

Fernando Noy: PESO PLOMO

No necesito nada más que esta lapicera

prestada por el mozo

ni otro sobre de azúcar para el café

bramando en la resaca

tampoco el pago de una cerveza octava.


Guardo intacto

el coraje de hacer un paga Dios

como en los setenta

por las farmacias de turno

cuando la poesía anfetamínica

se compraba sin receta.


Viajo solo en medio de la huelga

entre panzas vacías

con razón vociferantes

y ningún encontronazo

junto al musculoso estibador

mientras dura la espera

en la protesta augusta

que hasta cortó la calle

con su semáforo

chorreando lágrimas de sangre.


Masacre sin piedad

para los mustios habitantes

de bairestremens.com.


Mientras leo en cerebros

de los otros viajeros.

Ese, de anteojos negros,

va a llegar tardísimo a su cita

con el andrólogo.

El que viaja a su lado

sólo piensa en robar

la corona de oro de la Virgen del Once

pero también

el busto de bronce de algún prócer

para revenderlo

enseguida

a peso plomo,

vapuleo.


Así nace esta queja

sobre mi cuaderno Avon

en pleno verano

cuando el hospital de poetas

parece aniquilado

aunque nunca existiera la cura

de sus males

ni siquiera un cuarto gratis y fresco

donde no morir de pie.


Ahora,

destrabada la marcha

con las vitrinas de El Molino

destrozadas a huevazos

es cuando el maldito patrullero

se sube a la vereda

y como a la estatua de Santa Claus

me alumbran

entre dátiles

aunque igual nada vieron.

Mayor fue el miedo

de volverte invisible.


A distraerse ahora

con tu milonga hacia la autopista

Tacos de punta baratos hundidos en la brea

hirviendo aún más que el cuerpo

del que paga

y al finalizar la faena

regresar leyendo esos versos abyectos que has escrito.


Soy el que cree en la avenida Corrientes

acunadora del tango y de Tanguito

que se incendia en el río

justo cerca de la Casa Rosada

ese postre fucsia envenenado

en los cachetes.


Confundo palomas con empleados

de oficina

usan la misma gris corbata

que les impide el vuelo.


Soy quien cantara a Safo

además de encerar los dedos

de la hidra de Lesbos

con ungüentos de acero

pero ahora

ni consigo colarme

en los recitales de Gal, Chavela

o La Felipe.


Igual

como siempre

el buen clima regresa

tras la huelga a lo lejos

cada vez más ajena.

A causa de ella

me pasé de parada

pero sigo escribiendo.


Es preferible el asco bien narrado

a la culpa de sobrevivir triunfales.

Sin tener cómo,

dónde,

cuándo

a quién decirlo.



Marisa Martínez Pérsico: ESTADO DE EMERGENCIA

He intentado protegerme del amor 

como de los ladrones:

poniendo rejas 

en todas mis ventanas. 


Así entraban el viento, los susurros,

la mansa claridad del mediodía

con aparente libertad por los barrotes.


Estar completamente a salvo

exigía reforzar la puerta.

Incorporar una verja de metal

a prueba de ganzúas. 


Por fin me siento invulnerable

a la amenaza exterior.


Queda por resolver

cómo salvarme

si la casa se incendia.



jueves, 16 de octubre de 2025

Sandra Cornejo: Todo lo perdido reaparece

Descorre

lo que separa un mundo de otro

quita el velo

y todo lo perdido reaparece


la vida se muestra

para que el ojo la alcance


abre

lo que separa

un mundo de otro

(lo perdido)


retoma la sutura

cose

la tela que será de alguna forma mejorada.



miércoles, 15 de octubre de 2025

Daniel Samoilovich: La sombra de mi mano derecha

La sombra de mi mano derecha

es una mano izquierda - lo que escribo

alguien lo escribe desde adentro del papel,

la punta de su lápiz contra el mío.

Me gustaría saber si ése es feliz.

Me gustaría saber cómo suenan

esos versos que corren al revés

rumbo al Oeste de un mundo inclinado.




martes, 14 de octubre de 2025

Loreley El Jaber "CONJURO"

Ay, hijo,

qué te hacen

qué quieren.


Deciles que tu mamá es inmensa

más grande que el universo

que tiene un odio antiguo acumulado

en sus manos

que puede deshacer el hilo

que sostiene

una

a una

sus pequeñas almas.


Ay, hijo,

qué quieren, qué te hacen.


Hoy te vi rendido

y llena de odio convoqué la negrura y

tuve miedo.



Rodolfo Edwards: LA ORDEN ES VOLVER A LA CALLE CORRIENTES

la orden es:

volver a la calle Corrientes

a disfrutar de nuestra última primavera


el tiempo arranca

con mano severa

las hojas de los árboles

los discos de Pink Floyd

las famas de los actores municipales


la orden es:

volver a lo mismo

a lo que nos quitaron

al tobogán en su declive exacto

a los parques como planetas

a la copa llena

germinando en las muecas del destino


¡que nunca se muera la luna!

ella alumbra con sus focos

todas nuestras apariciones


en el centro de la ciudad

el grito sagrado de los compañeros

tapando el canto porcino de los canallas


cuando nos marquen

la última cruz

de nuestros corazones averiados

todo volverá al principio


un niño inquieto

gritará ¡tierra!

desde la ventanita del Obelisco



domingo, 12 de octubre de 2025

Mariana Bolzán: LAS GOLPEADORAS

Se usaba dar golpes cortos

con el palo de la escoba

contra los azulejos de la cocina


un sistema de urgencias refinado

mi madre: Marita te-nés teléfono

mi tía: andan pi-dien-do


cada golpe traducido en la otra cocina

era código morse exitoso

porque de sol a sol bailaba

el trajín de la cadencia familiar

un sistema de aviso perfeccionado con el tiempo

mi abuela: que tu madre está des-com-pues-ta

mi madre: que las chicas se quedan solas, es-ta-te atenta


las golpeadoras no eran sino

las armas de dos reinos espejados

dos puntas de una misma soledad

mediadas por la fina

capa de la sangre.



viernes, 10 de octubre de 2025

Osvaldo Bossi: LA CANCIÓN MÁS LINDA DEL MUNDO

Anoche mi mamà se me apareciò

en un sueño. Alegre como una muchacha

de veinte, y ya habìa pasado los setenta.

Me dijo: Vine a decirte que estoy bien.


Que los muertos no nos pasamos

la eternidad echados panza arriba

mirando la noche. Que trabajamos

mucho, me dijo, para que allà en

la tierra no falte el pan, ni un techo

digno, para los que menos tienen.


Y donde se abre un corazòn herido,

ahì estamos, para barrer la oscuridad.


Ya no limpio casas, mugre ajena, para

sobrevivir, pero abro todos los dìas

una cocina de luz donde amasamos

el pan.


Es que en el cielo no hay injusticias.

Se terminò. Acà en el cielo somos todos

peronistas, Os. Creeme. Ni los ricos ni los gorilas,

como dice la profecìa, entran. Solo los de buen

corazòn. Los de buen corazòn... repetìa

mi mamà. La voz amplificada, como en una

pelìcula de Leonardo Favio. que hermoso

todo lo que me decìs, mamà. Que hermoso.


Le decìa yo, llorando. Que hermoso. Pero no

llores, me decìa ella. Pronto voy a volver.


Ahora tengo que hacer unos guisitos para

los chicos del barrio. Y vos sabès que hago

unos guisos fabulosos. Sì mamà, siempre

me acuerdo de tus guisitos, le decìa yo

a mi mamà, llorando, mientras ella

cruzaba el cielo a toda velocidad, cantando,

como no podìa ser de otro modo, la marcha

peronista. La canciòn màs linda del mundo,

segùn Dios y segùn mi mamà, que picaba

la cebolla y cantaba, cantaba, como una loca,

todos unidos triunfaremos, muerta de risa


como ahora, en su panaderìa de luz.




Esmeralda Torres: Canción de la piedra

Vine a secar sobre esta piedra

este vestido rojo de mi madre

este barco de papel, casi borrado

esta historia olvidada

este espejo roto por un trueno y su relámpago

esta memoria herida.

Vine a secar sobre esta piedra

lo que encontré en la casa de la infancia.


Pero no digo a nadie la mitad de lo que oculto.


Voy a secarlo a la orilla del río

sobre estas piedras  inocentes.

Voy a devolverle un tiempo a mis tesoros

a ver si rescato la fresca pureza de lo nuevo.


Porque no sé cómo decir pájara en vuelo.

Porque no recuerdo  el olor de la tierra.



miércoles, 8 de octubre de 2025

Iván Wielikosielek: GATOS

Una tarde llegaron a mi vida sin anunciarse

Tan solo estaban ahí, sobre una tapia de ladrillos mirándome

De a poco fueron entrando en mi patio y en mi casa

Los alimenté con carne cada vez que tuvieron hambre

Les puse un tazón con agua para que no tuvieran sed

Les armé una caja con una bufanda para que no sintieran frío

Así pasó el tiempo y así se volvieron viejos e indiferentes

Frívolos y sedentarios

Como yo a lo largo de todos estos años

A veces los he visto acechantes en mi ventana

Y los he creído enviados por un dios terrible para que me vigilen

Otras veces me han contemplado con dulzura

Y entonces pensé en un dios misericordioso que los mandó para cuidarme

Para enseñarme a envejecer desde que miré tras los ladrillos a lo desconocido.



lunes, 6 de octubre de 2025

Tina Elorriaga: el cielo que se aleja

En el misterio cerrado de la noche

desde la luna

el niñito Dios la virgen y el burrito

me cuidan


a la siesta 

los secretos del monte me atraen


mi cuerpo tiembla como praliné 

burbuja de fuego

puro vértigo fundiéndose en el bronce


la infancia 

y el deseo de una casita

de ir a la escuela


sombría la lujuria se demora en mi cuerpo

el cielo se aleja

todo se aleja


como un caracol en el infierno

arde mi sueño de ser niña.



domingo, 5 de octubre de 2025

Silvio Mattoni: EPIGRAMA

¿Qué podría escribirse que no fuera

absurdo o vergonzoso? Uno que hace

versos y frases con las mismas manos

que se domesticaron durante años

y acá yace ese nene que trazaba

sus círculos y rayas, prometía

que siempre lo iba a hacer, que cortaría

partes de él para los nombres muertos

pero al final caerá como un viejito

que se quiebra y sus huesos harán ruido

de risa rápida, de perro atragantado

cuando se raspe el pelo de su nuca

contra el áspero suelo. Rema o rima

en un bote en un lago artificial

para llevarle a la madre otro libro

y a su hija papeles de un archivo.


Todos los que escribíamos entonces

copiamos a cualquiera en cualquier lengua,

pudimos darnos cuenta, el botecito

ahora se dio vuelta, y nos hizo invisibles

los unos a los otros. Están lejos,​​ 

no somos un conjunto, nuestros hijos

se van. Ya solamente queda

un ritmo que araña esta superficie

y el cuerpo busca otra mano, la suya,

pasión patética y melodía melosa

de canciones oscuras que me manda

ella con su fonía de péndulo rojo

para que por la noche le devuelva

una emoción que cure, demasiado

rígida: es una chica que nació

en este mismo insólito lugar.​​ 


Su pelo que susurra pareciera

escribir en el aire un verso vivo.​​



sábado, 4 de octubre de 2025

María Teresa Andruetto: GENEALOGÍA

Tengo una foto del casamiento de mis padres,

él con traje oscuro y el pelo peinado a la gomina. Ella

de trajecito claro y una boina (con un moño grande,  a cuadros),

la sonrisa perfecta, los ojos bajos, una cartera pequeña

en una mano (la otra mano enlazada a la mano de mi padre).

Con los ojos renegridos y las cejas grandes, a él parecen

molestarle los reflejos del sol en esa tarde. Sé que es abril,

que están frente a la plaza, la sombra de sus cuerpos

se estira en el mosaico, hacia la tapia.


Ella lleva debajo una blusa blanca. Antes

de esa tarde, vendió una cadena de oro de su abuela

para hacerse el anillo de bodas. Si te gusta el oro,

no soy hombre para vos, dijo mi padre.


Antes, mi padre le dio un echarpe de su madre, de color azul

y grana. Si nos dejamos lo quiero de regreso, es un recuerdo

de la madre de mi madre.


Antes, un hombre golpeó la puerta de la casa de mi abuela,

allá en el pueblo, buscando a una amiga de su madre

y se encontró con mi madre.


Antes, ese hombre que venía de otro mundo,

le pidió a mi madre que fuera a la ciudad para conocerla,

pero mi madre le dijo que una buena chica  no se movía

de su casa.


Antes mi madre juró y juró que no se casaría con nadie.

Era hermosa como una potranca en la llanura y enseñaba

a leer con un peinado de trenzas recogidas.


Antes su madre se inclinó a fregar  junto al arroyo

para alimentar a los hijos y al marido, y antes de eso

se le enfermó el marido. Era un hombre flaco como un pájaro

que no podía oler la sopa de porotos, ni la flor del paraíso,

ni el heno que enfardaba ni las hojas satinadas

de los plátanos. Íbamos a verlos los domingos, mi madre

nos llevaba; hablaban piamontés en una casa oscura,

con piso de ladrillos y un patio con glicinas.


Antes los padres de mi madre emparvaban alfa

en Campo Yucat  y antes la madre de mi madre

tuvo a su primer hijo cuando era apenas una niña.


Antes, su madre casó a la hija casi niña con un hombre

bueno, el más bueno que encontré, decía,

sin preguntarle  a esa niña nada.


Antes la madre de la madre de mi madre viajó con su hija

pequeña en la bodega de un barco y después atravesó los campos

como una peregrina, detrás de una máquina de trilla;

y antes escapó de su pueblo con su hija, para que no la casaran

con un hermano del marido.


Antes, en un lugar llamado Casas Viejas, se le murió el marido

y ella se ató un cilicio en la cintura. Cuando yo era niña,

aún vivía,  aferrada a un misal y un relicario con pelos

de Santa Cecilia. Era poco agraciada la madre de mi abuela,

la cara angulosa, los ojos hundidos, la boca, pero alguna vez

fue joven y robusta, un animal para el trabajo

cuando conoció al marido.


Antes ella no tuvo padre y juró que, si tenía hijos,

los hijos tendrían otra vida. Y antes fregó los suelos

de una iglesia y fregando conoció los libros. Los evangelios,

La Filotea, La vida de Santa Cecilia (y se escondió en el pecho,

tal vez robada, esa reliquia, unos pelos de la santa

en una cajita)


Antes fue campesina y ayudó a su madre a cuidar dos vacas

que tenían y antes su madre arrancó raíces

de entre las piedras, para alimentarla.


Encontré una foto de esa mujer, una foto borrosa,

amarillenta. Dijo mi madre que le dijeron

que la sacó el cura de Casas Viejas. Es la foto de una campesina

joven, ya con la espalda curva, una mujer muy flaca,

con la quijada hacia adelante, husmeando como un perro

y los ojos, ay los ojos,  tan despiertos, como una rata

o una ardilla, ojos alertas como los de una perdiz

o los de un tero.



viernes, 3 de octubre de 2025

Franco Rodríguez: ZONA DE SOMBRA

El sol rebota en el asfalto

de la siesta radiante

camino al laburo.

Está hermoso para un porrón

y yo

camino al laburo.

Como siempre

voy demasiado abrigado.

Me cruzo

a la zona de sombra

porque no me gusta

sacarme la ropa

en la calle.

Veo una torcacita muerta

y una más allá

como velándola.

Pienso si las palomas

serán como los elefantes

que lamentan a sus muertos,

como nosotros.

Llego a la escuela,

saludo a los estudiantes.

Empiezo la clase,

el tema es acentuación,

se nota que no me apasiona.

Los estudiantes me miran

como velándome.



María Victoria Colodio: "no todo se trata de vos"

Una pequeña semilla

plantada

enterrada

se hace invisible

crece

con el agua

de lluvia

aunque la hayas olvidado

y la desmerezcas

pronto te muestra

que se hizo árbol

y que comés

de su fruto

para que te acuerdes

que no todo

se trata de vos.




miércoles, 1 de octubre de 2025

Patricio Emilio Torne: LOS QUE CAMINAN Y EL CARNICERO

Se camina como todos los días, sin embargo

hay piedras muy pequeñas que al pisarse,

alteran el ritmo, desacomodan el envión con que se va,

y ya nada es igual.

En un descuido la tarde te devora

sin tener en cuenta tu estado, aún a costa de cuidarte

como esos enfermos que toman conciencia

de sus limitaciones.

El carnicero, por su parte, esgrime su habilidad

con la cuchilla y corta como un maestro de ceremonias

la bola de lomo, el cuadril y otros pedidos

desarmando la media red.

Él es un hombre común y no tiene tiempo

de salir a caminar, llega cansado a su casa,

le duelen las piernas, las articulaciones,

el frío de la cámara surte su efecto,

él prefiere acostarse sin pensar demasiado.

El carnicero es un hombre atento

y a juzgar por la fuerza que demuestra

cuando levanta las reses hasta colgarlas del riel

que hay detrás del mostrador, también está

en un estado excepcional. El sabe de cortes

y cierta calidad en la carne que le sirve

para mantener sobre su persona una simpatía

que las clientas no tienen con cualquiera.

Las clientas sí tienen maridos que caminan

por la tarde. Ellas les eligen la indumentaria

deportiva, y las zapatillas que aún

de buena calidad no pueden evitar los efectos

de una piedra muy pequeña cuando es pisada.

La piedra tiene la virtud de poner a todos

en el lugar de cualquier hijo de vecino,

sabe bien que todos tienen su talón de Aquile,

un esguince es la señal de los efectos

que puede provocar.

Es probable que el carnicero tenga problemas

severos de salud, que tenga que dejar de trabajar,

y hasta es posible que muera antes

que cualquiera de los maridos de las mujeres

que conforman su clientela. Si caminara

todos los días, quizá evite estos desenlaces

que enojan a esas mujeres que tiene que armarse

de paciencia hasta acostumbrarse a ese muchacho

joven que vendrá a reemplazarlo

sin ser tan efectivo con los cortes solicitados,

dándoles el más magro de los trozos de carne.

Sus maridos no saben de estas cosas,

pero están convencidos que deben caminar

todos los días para evitar terminar como el carnicero

ese del que le hablan sus mujeres,

y en el fondo sienten que hay un riel

invisible donde ellos se trasladan igual que reses

terminando por satisfacer alguna necesidad.



Claudia Bakún: PLEGARIA (to fall in love)

Que no caiga yo en la tentación, señor

de petrificarme ante el amor

ese, muy lejos

como una luna

una nube, un ángel o montaña

perdido, difuso o imposible. 


Que no me petrifique yo, señor

ante el amor 

ese, ciego 

que extiende sus manos a la nada.


Que no me quede yo petrificada

en un dictamen, 

señor, que no me quede

que no caiga yo en más tentación 

que la de amar, señor.


Que caiga yo

en el amor

de cuerpo entero.




Diego L. García: fotografía de un café

leamos los (puntos suspensivos) como lo que completa la fotografía de un café y sus circunstancias. en el agua ondularon palabras y más. no ...